Discos pre-vinilo
Discos perforados
La primera grabación como tal no recogía el sonido para registrarlo, sino que más bien proporcionaba instrucciones a un instrumento musical mecánico para que reprodujera los sonidos. Son los típicos pianillos u organillos que se ven en algunas películas antiguas en las que hay un señor que gira una manivela para hacerlo sonar. O seguro que recordarás con más facilidad los pianos de los bares de las películas del oeste que tocaban solos y tenían unos rollos de papel que iban girando dónde debería estar la partitura, en este caso se les llamaba pianolas. Este sistema no es una grabación como tal, pero sí que permitía distribuir música y facilitar su exportación a otros lugares. Este era el sistema usado en el S XIX para reproducir música cuando apetecía oírla, sin necesidad de disponer de un músico que la interpretara.
La evolución de este sistema en nuestros días son las cajitas de música, que están formadas por un arpa metálica y un cilindro con salientes que giran haciendo sonar la nota del arpa en el momento adecuado. Debido a su tamaño, la longitud de la música que pueden contener es muy limitada, por lo que suelen usarse pasajes cortos y repetitivos en los que el final se una con el principio, creando una repetición sin fin. Lo que en música se llama un bucle.
Discos de estaño
Los discos de estaño fueron un componente crucial en los primeros sistemas de grabación de sonido, particularmente en el fonógrafo de Thomas Edison. Estos cilindros, recubiertos con una fina lámina de estaño, servían como el medio de grabación donde una aguja vibrante grababa surcos que representaban las ondas sonoras. Aunque innovadores para su época, los discos de estaño tenían limitaciones en cuanto a durabilidad y calidad de reproducción, siendo rápidamente reemplazados por cilindros de cera que ofrecían mayor fidelidad y resistencia. A pesar de su corta vida en la historia de la grabación de audio, los discos de estaño marcaron un hito importante en la captura y reproducción del sonido.
Discos de cera
Se popularizaron en 1880. En realidad eran unos cilindros recubiertos de cera blanda, en lugar de estaño, por el exterior dónde se registraban una serie de surcos que contenían el audio que reproduciría un gramófono. La gran desventaja de estos discos es que la cera se desgastaba pronto, por lo que pasadas unas cuantas reproducciones dejaban de funcionar. A cambio, al ser un sistema de cera blanda, los gramófonos llevaban incorporado un sistema que permitía al dueño grabar el audio de la sala donde se colocara y registrarlo en un disco de cera.
Estos discos se usaron hasta bien entrada la década de los años 50 del siglo XX para las grabadoras y dictáfonos en entornos de oficina.
Discos de plástico/pizarra
Los discos y cilindros de cera fueron sustituidos por los de plástico endurecido, que en primer lugar eran de celuloide, lo que permitía muchas más reproducciones sin que dejaran de funcionar a cambio de impedir ser grabados de forma casera. Así mismo se popularizaron los discos grabados en pizarra que igualmente permitían una mayor durabilidad.
Normalmente, estos discos contenían una sola canción, hasta el momento en que empezaron a usarse por las dos caras que empezaron a venir con dos canciones, una por cara. La velocidad de giro del plato donde se colocaba el disco era de 78 vueltas por minuto o revoluciones por minuto.